por Alexandra Da Silva 14 de octubre, 2025
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Las molestias digestivas funcionales —como la distensión abdominal, los gases, la sensación de plenitud o la digestión lenta— constituyen uno de los motivos de consulta más frecuentes en nutrición clínica. Si bien muchas veces se relacionan con hábitos alimentarios inadecuados o con estrés, en un número creciente de casos estos síntomas reflejan alteraciones en la microbiota intestinal, intolerancias alimentarias o trastornos funcionales como el SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) (1,2).

El abordaje nutricional debe, por tanto, combinar la educación alimentaria, la modificación de hábitos de vida y, en determinados casos, el uso de estrategias naturales con evidencia funcional (3–5).

1. Consideraciones clínicas

Cuando los síntomas digestivos son persistentes o se acompañan de signos como dolor abdominal, náuseas, alteraciones del tránsito intestinal o pérdida de peso, el profesional debe considerar causas subyacentes como:

  • SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado).

  • Intolerancias alimentarias (lactosa, fructosa, entre otras).

  • Enfermedad celíaca u otras patologías digestivas (2,14,15).

  • Síndrome del intestino irritable (SII) u otras disfunciones gastrointestinales (2,14,15).

CONSEJO: cuando la hinchazón, los gases o la pesadez se repiten con frecuencia, es imprescindible descartar intolerancias alimentarias, SIBO, enfermedad celíaca u otras patologías mediante la realización de un test digestivo de Ailin Health y consulta con un profesional, antes de iniciar un tratamiento dietético restrictivo o fitoterapéutico.

El diagnóstico diferencial y el trabajo multidisciplinar con médicos digestivos y dietistas especializados son fundamentales para un manejo eficaz y seguro.

2. Alimentación consciente y moduladora de la función digestiva

Una pauta alimentaria equilibrada es la primera herramienta terapéutica. La individualización resulta clave, ya que la tolerancia a ciertos alimentos varía entre pacientes. Sin embargo, algunos principios generales son ampliamente aplicables:

Alimentos que conviene limitar o ajustar:

  • Bebidas carbonatadas y alcohol: aumentan la distensión gástrica y dificultan la motilidad.

  • Ultraprocesados, frituras y grasas trans: enlentecen la digestión y promueven inflamación de bajo grado.

  • Legumbres sin remojo o cocción adecuada: ricas en oligosacáridos fermentables (FODMAPs).

  • Lácteos en casos de intolerancia a la lactosa o disbiosis.

  • Edulcorantes como sorbitol, manitol o xilitol, presentes en productos “sin azúcar”, que pueden fermentar en el intestino (6,7).

Alimentos y prácticas favorables:

  • Verduras y frutas ricas en fibra soluble (zanahoria, calabaza, papaya, manzana cocida), que regulan el tránsito sin generar fermentación excesiva.

  • Infusiones carminativas (menta, hinojo, anís, jengibre), con efecto antiespasmódico y digestivo.

  • Alimentos fermentados naturales (kéfir, yogur, kombucha, chucrut), que aportan probióticos beneficiosos.

  • Cocciones suaves (al vapor, hervido, horno), que facilitan la digestión y reducen la producción de gas.

3. Higiene digestiva y hábitos de vida

Los hábitos no dietéticos juegan un papel fundamental en la fisiología digestiva y pueden influir directamente en la aparición o alivio de los síntomas. Comer despacio y masticar correctamente facilita la secreción enzimática y el proceso mecánico de digestión, mientras que ingerir alimentos con prisas o bajo estrés tiende a empeorar la sensación de pesadez y distensión abdominal. Del mismo modo, evitar acostarse inmediatamente después de las comidas —esperando al menos una hora— permite que la digestión progrese sin interferencias, mientras que realizar actividad física ligera, como caminar, contribuye a estimular la motilidad intestinal. Mantener una adecuada hidratación es igualmente importante, aunque conviene moderar el consumo de líquidos durante la comida para no diluir las secreciones digestivas (8,9). La combinación de estas estrategias con hábitos de vida equilibrados favorece una digestión más eficiente y la reducción de molestias funcionales.

4. Tratamientos y apoyo natural

Además de la dieta y los hábitos, ciertos tratamientos naturales pueden ofrecer un apoyo eficaz al manejo de los síntomas digestivos. El jengibre (Zingiber officinale), por ejemplo, ha demostrado estimular la motilidad gástrica y ejercer un efecto carminativo, aliviando la sensación de distensión (10,11). De manera similar, el consumo de semillas de hinojo o anís verde puede ayudar a reducir la producción de gases y a calmar el intestino (12). En casos de hipoclorhidria leve, la ingesta de vinagre de manzana diluido antes de las comidas puede favorecer la secreción gástrica, mientras que el jugo natural de aloe vera tiene un efecto calmante sobre la mucosa intestinal y contribuye a disminuir la inflamación leve asociada a la distensión. Por último, los probióticos específicos, como Lactobacillus plantarum o Bifidobacterium infantis, se han mostrado útiles para restaurar la eubiosis intestinal, especialmente en pacientes con disbiosis o SIBO, ayudando a reducir gases, mejorar el tránsito intestinal y aliviar otros síntomas funcionales (3,13).

Conclusión

El tratamiento de las molestias digestivas debe abordarse de manera integral y personalizada, combinando la alimentación adaptada, hábitos saludables y apoyo natural basado en evidencia. Desde la perspectiva nutricional, intervenir sobre la microbiota y la calidad de la digestión no solo alivia los síntomas, sino que contribuye al bienestar metabólico, inmunitario y emocional del paciente (1,3,13).

Referencias

1. Rezaie A, Buresi M, Lembo A, Lin H, McCallum R, Rao S, et al. Hydrogen and Methane-Based Breath Testing in Gastrointestinal Disorders: The North American Consensus. Am J Gastroenterol. 2017;112(5):775–84.

2. Ghoshal UC, Shukla R, Ghoshal U. Small intestinal bacterial overgrowth and irritable bowel syndrome: A bridge between functional organic dichotomy. Gut Liver. 2017;11(2):196–208.

3. Ford AC, Harris LA, Lacy BE, Quigley EM, Moayyedi P. Effect of probiotics on global symptoms, abdominal pain, bloating and flatulence in irritable bowel syndrome: Systematic review and meta‐analysis. Gastroenterology. 2020;158(6):1730-41.e7.

4. Zhang Y, Li D, Zhang Q, Li Q, Wang H, Li X, et al. The efficacy and safety of probiotics in patients with irritable bowel syndrome: Evidence based on 35 randomized controlled trials. Medicine (Baltimore). 2020;99(5):e9954.

5. Didari T, Mozaffari S, Nikfar S, Abdollahi M. Effectiveness of probiotics in treating irritable bowel syndrome: updated systematic review. World J Gastroenterol. 2015;21(10):3072–84.

6. Halmos EP, Power VA, Shepherd SJ, Gibson PR, Muir JG. A diet low in FODMAPs reduces symptoms of irritable bowel syndrome. Gastroenterology. 2014;146(1):67–75.e5.

7. Gibson PR, Muir JG. Fermentable carbohydrates and gastrointestinal symptoms in patients with irritable bowel syndrome: FODMAPs. Gastroenterology. 2013;145(6):1269–71.

8. Rao SSC, Camilleri M, Hasler WL, et al. Evaluation of gastrointestinal motility and function in clinical practice: Position paper. Neurogastroenterol Motil. 2020;32(8):e13880.

9. Eswaran S, Tack J, Chey WD. Food: the forgotten factor in the irritable bowel syndrome. Gastroenterology. 2017;152(8):1707–19.

10. Wu KLH, Yu Y, Fielding GA, Feldman M, Camilleri M. Effect of ginger on gastric motility and symptoms of functional dyspepsia. Mol Med. 2011;17(5-6):847-52.

11. Marandi Y, Azadbakht L, Mirmiran P, Rezagholizadeh F, Sharifi F, Gorji A, et al. The effects of ginger supplementation on common gastrointestinal symptoms: A double-blind randomized placebo-controlled trial. BMC Complement Med Ther. 2023;23(1):284.

12. Badalica-Petrescu M, Licker M, Popescu I, Dragos D. Carminative herbs for gastrointestinal discomfort: evidence and mechanisms. Front Pharmacol. 2022;13:918453.

13. Hungin APS, Mulligan C, Pot B, Whorwell P, Agreus L, Fracasso P, et al. Systematic review: probiotics in the management of lower gastrointestinal symptoms – an updated evidence-based international consensus. Aliment Pharmacol Ther. 2021;54(1):37–48.

14. El-Salhy M, Hatlebakk JG, Hausken T. Diet in irritable bowel syndrome: interaction with gut microbiota and gut hormones. Nutrients. 2019;11(8):1824.

15. Böhn L, Störsrud S, Simrén M. Nutrient intake in patients with irritable bowel syndrome compared with the general population. Neurogastroenterol Motil. 2013;25(1):23-30.

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