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Aunque tradicionalmente la infertilidad se ha asociado a la edad, a enfermedades como la endometriosis, a factores genéticos o a alteraciones anatómicas como los miomas uterinos, hoy se sabe que la alimentación también tiene un impacto directo en la salud reproductiva de hombres y mujeres. Los hábitos de vida que adoptamos, como la frecuencia con la que realizamos actividad física, el consumo de alcohol, tabaco, cafeína o de sustancias recreativas, y el manejo del estrés, pueden condicionar la fertilidad.
En este sentido, una dieta rica en grasas saludables, vitaminas y minerales está asociada con una mejor calidad seminal. Mientras que una mayor ingesta de folato, vitamina B12 y antioxidantes como la vitamina C y el zinc se relaciona con una mayor tasa de éxito en la implantación embrionaria en tratamientos de reproducción asistida. Así mismo, la vitamina C, en particular, actúa como un potente antioxidante que ayuda a contrarrestar el daño oxidativo en las células reproductivas, mejorando así la calidad ovocitaria y espermática.
Alimentarse de forma saludable es clave para la fertilidad
Alrededor del 15% de las parejas en edad fértil en España tienen problemas para concebir4. Una alimentación desequilibrada en el caso de las mujeres puede dificultar la ovulación, aumentar el riesgo de aborto o provocar complicaciones durante el embarazo. Según la Dra. Marina González, responsable de la clínica de reproducción asistida Ginemed Bilbao, “El déficit de nutrientes clave como el ácido fólico, el zinc, la vitamina D o los antioxidantes se ha relacionado con una menor receptividad endometrial y mayores tasas de fallo de implantación”. Así mismo, menciona que en “el caso de los hombres, una dieta pobre en antioxidantes y minerales esenciales puede afectar negativamente a la calidad seminal, provocar fragmentación del ADN espermático y reducir la fertilidad”.
En este sentido, la doctora apunta que “llevar una dieta mediterránea es la mejor opción para quienes buscan un embarazo”. La ingesta de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, huevos, pescado azul y aceite de oliva aporta los nutrientes necesarios para optimizar la función reproductiva. “Algunos de estos deben suplementarse incluso antes del embarazo, como el ácido fólico, ya que su déficit puede generar abortos tempranos o malformaciones en el desarrollo embrionario”, advierte la doctora.
Además, mantener un peso saludable es clave: el bajo peso puede provocar amenorrea o ciclos anovulatorios, mientras que el exceso de grasa corporal se asocia con alteraciones ovulatorias, baja calidad ovocitaria, mayor riesgo de aborto y complicaciones obstétricas. Por su parte, en el caso de los hombres, el sobrepeso también disminuye la calidad del semen y altera los niveles hormonales, lo que repercute en la capacidad de fecundación.
No solo la mujer debe prepararse para buscar embarazo
El estrés oxidativo es un factor clave que puede afectar negativamente la fertilidad, ya que implica un desequilibrio entre la producción de radicales libres y la capacidad del cuerpo para neutralizarlos con antioxidantes. Este desequilibrio puede dañar tanto los óvulos como los espermatozoides, y suele estar asociado a una alimentación pobre en nutrientes esenciales y rica en alimentos ultraprocesados, grasas trans, azúcares refinados y aditivos, además de hábitos nocivos como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. Para prevenir sus efectos, la especialista recomienda adoptar una dieta basada en frutas y verduras frescas además de reducir el consumo de sustancias y alimentos que favorecen este tipo de estrés celular.
La búsqueda de embarazo es una cuestión de dos en el caso de parejas heterosexuales, por lo que el enfoque cuando hay que recurrir a la reproducción asistida debe ser conjunto. Aunque muchas veces se asume que solo la mujer debe prepararse para el embarazo, la implicación del varón es igualmente importante. Ambos deben comprometerse con un estilo de vida saludable que incluya una buena alimentación, ejercicio físico moderado, reducción del estrés y, si es necesario, suplementación específica.
“Una buena alimentación no es una solución mágica, pero sí un pilar clave que puede marcar la diferencia en el éxito de un tratamiento de reproducción asistida. Los cambios en los hábitos de vida deben mantenerse al menos tres meses antes de iniciar el tratamiento de fertilidad, ya que ese es el tiempo que tardan en renovarse tanto los óvulos como los espermatozoides”, concluye la Dra. González.
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