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Durante años hemos asociado la protección solar con ponerse crema en la playa. Pero la radiación ultravioleta (UV) no entiende de estaciones. Aunque no lo parezca, sigue estando ahí en invierno, en días nublados o incluso mientras caminamos por la ciudad. Y sí, también envejece la piel y aumenta el riesgo de cáncer cutáneo.
Según datos de la AEMET, incluso con nubes, gran parte de los rayos UV llega a la piel. Y si estamos en la montaña o cerca del agua, esa radiación puede reflejarse y multiplicar su impacto. Por eso, hoy se habla cada vez más de una “fotoprotección por capas”: sombra, sombrero, gafas, crema… y ropa con protección solar.
Sí, la ropa también protege, pero no toda vale. Y es justo ahí donde entra en juego el UPF: un sistema que mide cuánto nos protege un tejido frente al sol. Algo que, sorprendentemente, sigue siendo muy poco conocido.
Sabemos lo que significa el SPF en una crema solar: cuántos minutos podemos estar al sol sin quemarnos. Pero el UPF (Ultraviolet Protection Factor) funciona de forma distinta. En vez de aplicarse sobre la piel, mide la capacidad de un tejido para bloquear los rayos UV, tanto UVA como UVB.
Para que te hagas una idea:
No es algo teórico: hay prendas testadas y etiquetadas específicamente con este índice. Es decir, no se trata de cualquier camiseta vieja, sino de ropa diseñada para proteger, incluso después de varios lavados como es la ropa de protección solar Ker Sun.
Aquí viene lo interesante: incluso sin certificación UPF, hay prendas que protegen mejor que otras. ¿Qué marca la diferencia?
Ahora bien, la ropa diseñada con UPF lo tiene todo en cuenta desde el inicio: el tejido, los tintes, el patrón, incluso el tipo de costura. Por eso es más fiable cuando buscamos una protección real y constante.
Pensamos en la protección solar solo en verano y en la playa, pero hay muchas situaciones donde es clave usar ropa con UPF:
Y no solo en julio y agosto. Piensa en paseos de otoño, escapadas a la nieve o comidas en terrazas en pleno invierno. El sol sigue ahí, aunque no abrase.
La protección solar no es solo una crema. Es un hábito. Y como todo hábito, cuanto más fácil de aplicar, mejor funciona. La ropa de protección solar de Ker Sun tiene una ventaja clara: no necesitas reaplicarla cada dos horas.
Integrarla en el día a día es tan sencillo como recomendar:
Además, puede combinarse perfectamente con otros pilares del cuidado de la piel:
Tanto en consulta como en farmacia, hay muchos momentos para incluir el mensaje:
No hace falta dar un discurso. Basta con hacer una pregunta adecuada. ¿Tus hijos usan gorra o camiseta de protección en el cole? Explicar brevemente el concepto de UPF, y orientar hacia soluciones reales y fáciles de encontrar.
Si algo hemos aprendido en los últimos años es que la prevención empieza en los detalles. Y uno de esos detalles puede ser elegir bien qué camiseta te pones antes de salir al sol.
La ropa con protección solar no es una moda, ni algo solo para deportistas extremos. Es una herramienta más. Silenciosa, discreta, pero muy efectiva. Y como profesionales, podemos convertirla en parte natural de nuestras recomendaciones.
Porque cuidar la piel no empieza en la playa. Empieza en la calle, cada día del año.