En estos meses de verano la piel se enfrenta a numerosas amenazas externas, como los rayos solares, el salitre del mar, las altas temperaturas, el cloro…, que pueden incidir en la salud.
En verano los cambios ambientales y de temperatura y otros agentes deben implicar un cambio en la rutina de cuidado”, asegura Miguel Serrano, socio fundador y director técnico de Ondalium, empresa española de biocosmética y alimentación saludable. “La regla básica es la protección y la hidratación, pero también hay que cuidarla con la alimentación, a través de dietas ricas en antioxidantes o mediante el uso de complementos alimenticios”, aconseja el especialista.
Aunque cada tipo de piel necesita unos cuidados específicos, la compañía ha identificado una serie de recomendaciones para mantener una piel radiante y combatir las principales agresiones externas durante la época estival:
Sol: Se deben utilizar a diario, se vaya a tomar o no el sol e incluso aunque esté nublado, fotoprotectores con un amplio espectro y enriquecidos con activos que actúan de escudo. Deben aplicarse entre 20 y 30 minutos antes de la exposición solar y repetir cada dos horas o al salir del agua. Además, es fundamental evitar la luz solar en las horas centrales del día (entre las 10 y las 16 horas), ya que la radiación de rayos ultravioletas es más elevada.
Cambios de temperatura: Cuando las temperaturas bajan, la piel se contrae y disminuye la irrigación, lo que conlleva a una falta de oxígeno y de otros nutrientes, lo que aumenta la sensibilidad y la tirantez. Para combatirlo es ideal aplicar cremas y sérums con la piel limpia, por la mañana y por la noche, con especial hincapié tras la exposición solar.
Cloro y sal: La solución para paliar este problema está en la limpieza y la hidratación: tomar una ducha después del baño para mantener la piel lo más limpia posible, la exfoliación y utilizar productos naturales nutritivos, no grasos y con antioxidantes acordes con el tipo de piel.
Contaminación atmosférica: Muchas de las partículas contaminantes tienen contacto con la dermis y pueden provocar sequedad, irritación o enrojecimiento y falta de firmeza. Para evitarlo, lo ideal es utilizar un jabón neutro y exfoliar la piel para retirar cualquier impureza en los poros.
Viajes en avión o coche: Viajar en este medio de transporte puede suponer también una amenaza para la piel por los bajos niveles de humedad, el cambio en la presión atmosférica y los rayos solares, llegando a reducirse hasta un 20% la hidratación de la piel. Para que esta sufra lo menos posible se debe aplicar una crema con factor de protección, así como una hidratante en todo el cuerpo.
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