12 de noviembre, 2020
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Los simbióticos han obtenido una nueva definición consensuada que resalta sus beneficios para la salud del hospedador, según se ha rubricado en un simposio organizado por Nutricia.

Los simbióticos son “una mezcla que comprende microorganismos vivos y sustratos utilizados selectivamente por los microorganismos del hospedador que confiere un beneficio para la salud del hospedador". Así lo recoge la nueva definición consensuada y aprobada recientemente por la ISAPP (International Scientific Association of Probiotics and Prebiotics) y que ha sido analizada en el simposio “Estrategias nutricionales para reforzar el sistema inmunitario del bebé a través de la microbiota”, organizado por Nutricia en el I Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Existen dos maneras para poder enfocar este concepto de simbiótico. El enfoque complementario combina un prebiótico y un probiótico que funcionan independientemente para obtener beneficios para la salud. Y en el enfoque sinérgico, el sustrato prebiótico es utilizado por el microorganismo vivo coadministrado, para mejorar su funcionalidad. En este caso, los componentes del simbiótico trabajan juntos para obtener los beneficios sobre la salud deseados”, explica Guillermo Álvarez Calatayud, de la Sección de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SEMiPyP). Por esta razón, los expertos hacen especial hincapié en que estas combinaciones de prebióticos y probióticos deben seleccionarse cuidadosamente en función del conocimiento de los patrones específicos de utilización de carbohidratos de las diferentes especies y cepas bacterianas.

En el ámbito de la nutrición infantil, existen numerosos estudios que han evidenciado que la suplementación con fórmulas lácteas infantiles con simbióticos aumenta considerablemente la colonización intestinal del lactante, sobre todo por bifidobacterias, en comparación con las fórmulas lácteas sin suplemento, lo que contribuye al desarrollo de un sólido mutualismo entre el huésped y su microbiota y, por tanto, en su salud.

Los postbióticos son los últimos en llegar a la familia de los bióticos. “Tentativamente también se les conoce como parabióticos, metabióticos e, incluso, ghostbiotics al tratar de referirnos a los compuestos bioactivos que no entran en las categorías conocidas de probióticos, prebióticos o simbióticos y que se definirían como las células bacterianas no viables y los metabolitos de fermentación de alimentos producidos por las bacterias viables y los sustratos”, advierte María del Carmen Collado, investigadora en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC).

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