12 de mayo, 2025
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El constante aumento en el precio de alimentos básicos como la carne, huevos y el pescado está empezando a tener consecuencias más allá del bolsillo de los consumidores. Estos productos no solo son fuentes fundamentales de proteína, sino también de micronutrientes esenciales, entre los que destaca la vitamina B12. La limitación en el acceso a estos alimentos puede derivar en un riesgo creciente de deficiencia nutricional, con especial preocupación en relación con esta vitamina, vital para múltiples funciones biológicas.

La vitamina B12 es una vitamina hidrosoluble clave en numerosos procesos del cuerpo humano. Interviene en la producción de glóbulos rojos, en el correcto funcionamiento del sistema nervioso central, en la formación de ADN y en la regeneración de tejidos. A diferencia de otras vitaminas, la B12 no puede ser sintetizada por el organismo, y su obtención depende exclusivamente de la dieta, concretamente del consumo de productos de origen animal como carne, pescado, huevos y lácteos, o de la suplementación con vitamina B12.

Una alimentación variada y equilibrada suele cubrir los requerimientos diarios de esta vitamina. Sin embargo, y según apunta la Dra. Ana Ortiz, gerente del Área de Salud de Farmasierra,con el incremento del precio de estos productos básicos, muchas familias se ven obligadas a reducir la frecuencia de su consumo, a eliminar ciertos alimentos del menú semanal y a buscar alternativas más económicas”. Cuando estos alimentos dejan de ser accesibles por motivos económicos y se reducen o eliminan sin compensación nutricional, “existe un riesgo real de que aumente el número de personas con carencia de vitamina B12, lo que podría traducirse en un incremento de casos de anemia, fatiga crónica, y cuando el déficit es grave, incluso problemas neurológicos y deterioro cognitivo”, advierte la doctora.

Grupos poblacionales que presentan deficiencia de vitamina B12

Más allá del impacto del encarecimiento de la cesta básica, determinados grupos poblacionales presentan una mayor vulnerabilidad frente a la deficiencia de vitamina B12.Las personas mayores de 60 años, por ejemplo, pueden experimentar una menor capacidad de absorción intestinal de esta vitamina”, apunta la Dra. Ortiz. Lo mismo ocurre en casos de enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa y la Enfermedad de Crohn o tras cirugías digestivas, donde el organismo pierde eficiencia en el proceso de asimilación.

También son grupos de riesgo las personas que siguen dietas vegetarianas o veganas, las mujeres embarazadas o quienes consumen de forma prolongada ciertos medicamentos como el omeprazol, la metformina o los anticonceptivos orales que interfieren en el proceso de absorción. En todos estos casos, la suplementación puede resultar necesaria, incluso aunque la dieta sea equilibrada.

Una alternativa eficaz: la suplementación oral en dosis altas

La vitamina ingerida en la dieta se separa de las proteínas animales por la pepsina y el ácido clorhídrico gástrico y, tras atravesar el intestino delgado unida al factor intrínseco (FI), proteína sintetizada en las células parietales del fundus gástrico, se absorbe en el íleon distal. El complejo B12-FI se une a receptores de la célula ileal y es absorbido por endocitosis para pasar al torrente circulatorio que la transporta al hígado y a otras zonas del organismo.

Hasta ahora la suplementación de vitamina B12 en casos de déficit se realizaba por vía intramuscular, ya que la absorción de esta vitamina se produce en el íleon terminal y es dependiente del factor intrínseco.

Sin embargo, hoy día se sabe que, al margen de este mecanismo, entre un 1 y un 2% de la B12 ingerida se absorbe por difusión pasiva, con independencia del factor intrínseco FI, de la integridad del íleon distal o de la existencia de alteraciones gástricas o malabsorción selectiva de cobalamina. De esta manera, con la administración oral diaria de dosis altas (1.000 µg) de vitamina B12 se puede alcanzar la cantidad suficiente para asegurar los requerimientos diarios y el relleno de los almacenes tisulares a través de la absorción pasiva intestina.

Esta vía de administración no solo iguala en eficacia a la vía intramuscular, sino que ofrece una mayor comodidad para el paciente, ya que elimina la necesidad de desplazarse al centro sanitario y se reduce el riesgo de dolor, molestias y posibles complicaciones para el administrador. “Además, al poder tomar los pacientes el medicamento por su cuenta, aumenta la adherencia al tratamiento y contribuye a una mejora en la calidad de vida”, explica la gerente de Farmasierra.

No existe un consenso unánime sobre la prevalencia exacta de la deficiencia de vitamina B12, ya que los porcentajes varían dependiendo de los criterios diagnósticos utilizados y de los métodos analíticos empleados. Aun así, los estudios sitúan la prevalencia entre un 5% y un 40%, una cifra significativa que invita a reforzar la prevención y la concienciación, especialmente en un contexto en el que el acceso a alimentos ricos en B12 se está viendo comprometido por factores económicos.

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