por NutraSalud 23 de mayo, 2025
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La ciencia reconoce al intestino como un auténtico “segundo cerebro”. Los microorganismos que habitan en nuestro aparato digestivo – la microbiota intestinal – influyen no solo en la digestión, sino también en el sistema inmunitario e incluso en la salud cerebral, tal y como expone María del Rocío González, directora de Investigación de la Facultad de Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad Europea.

Investigadores de la Universidad Europea, la Universidad Complutense y la Universidad Francisco Vitoria han firmado de forma conjunta un estudio bajo el título “Exploring the relationship between APOEε4 allele and gut microbiota composition and function in healthy adults”. Basado en el análisis de 77 adultos españoles, utilizó técnicas avanzadas de secuenciación genética y bioinformática para entender cómo se relacionan la microbiota intestinal y la predisposición genética al Alzheimer. “Las bacterias intestinales alertan del riesgo de Alzheimer antes de que se manifiesten sus síntomas en el paciente”, apunta Mariangela Tabone, profesora titular del Departamento de Odontología Preclínica I de la Universidad Europea. “Cada persona hereda una copia de cada progenitor del gen APOE que tiene tres variantes: APOE2, APOE3 y APOE4. Contar con una copia de APOE4 eleva el riesgo de Alzheimer moderadamente, mientras que poseer las dos copias implica un riesgo más alto”, explica la experta.

Los resultados revelaron una composición bacteriana intestinal única y diferente entre los portadores del gen APOE4. “Tienen hasta cinco veces menos cantidad de ciertas bacterias beneficiosas para la salud intestinal y cerebral como los Megamonas, con efectos antiinflamatorios, y una menor producción potencial de moléculas clave para el cerebro, como el triptófano (precursor de la serotonina)”, explica Sara Clemente, profesora asociada del Departamento de Odontología Preclínica I de la Universidad Europea.  Sin embargo, “los portadores de APOE4, mostraron una mayor riqueza intestinal del género Puniceicoccaceae, del que todavía desconocemos su función exacta por su difícil cultivación en laboratorio”, añade.

“Lo llamativo es que detectamos estas diferencias en portadores APOE4 sanos. Esto significa que las variaciones intestinales observadas no son consecuencia del Alzheimer, sino que pueden estar presentes mucho antes de que la enfermedad se manifieste”, explican las investigadoras quienes hacen hincapié en que la predisposición genética no determina el desarrollo de la enfermedad, “muchas personas portadoras del gen APOE4 nunca llegan a manifestar Alzheimer”.

Prevención del Alzheimer: enfoque multidisciplinar

Los hallazgos de este estudio publicados en AMB Express, aportan nuevas evidencias sobre cómo la genética y la microbiota intestinal interactúan mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas del Alzheimer, y refuerza la idea de que la prevención debe empezar en etapas tempranas, incluso en personas sin síntomas. “El Alzheimer no es una sentencia genética, sino una condición multifactorial”. “No heredamos un destino inevitable, heredamos una predisposición que podemos modularla con hábitos saludables, especialmente si sabemos que tenemos un riesgo genético elevado”, asegura la directora de Investigación de la Facultad de Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad Europea.

El reto ahora es trasladar estos hallazgos a la práctica clínica y avanzar hacia una medicina capaz de anticiparse a la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas en riesgo. “Hoy en día se usan herramientas como el Polygenic Risk Score (PRS), que combina muchas variantes genéticas (no solo APOE) y se integra con otros factores como la edad, el estilo de vida o la microbiota para crear modelos predictivos más precisos”. Además, “tanto el ejercicio físico como la actividad intelectual han demostrado proteger el cerebro y mejorar la microbiota intestinal, lo que reduce el riesgo de Alzheimer”.

Esta investigación abre la puerta a una medicina más personalizada donde tecnologías emergentes, como la Inteligencia Artificial, podrían ayudar a interpretar la gran cantidad de datos genéticos y microbianos de cada paciente, y facilitar recomendaciones dietéticas y suplementos adaptados a su perfil médico. “El futuro de la prevención del Alzheimer —y de otras enfermedades como la diabetes tipo 2, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares— apunta a un enfoque multidisciplinar y personalizado, que combine genética, microbiota, Inteligencia Artificial, nutrición y hábitos saludables de vida. Este modelo, conocido como medicina de las 5P (Predictiva, Preventiva, Personalizada, Participativa y Poblacional), busca anticiparse al riesgo y adaptar las intervenciones a cada persona antes de que aparezcan los síntomas, para maximizar la eficacia preventiva y el cuidado individualizado”, concluyen las tres investigadoras de la Universidad Europea.

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