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La salud digestiva es uno de los grandes termómetros del bienestar general y, en los últimos años, los datos lo han dejado claro: cada vez más personas conviven con síntomas como hinchazón, dolor abdominal, estreñimiento o diarrea funcional. Lejos de ser molestias puntuales, se trata de señales que pueden reflejar un desequilibrio profundo en la microbiota o un patrón alimentario que no responde a las necesidades del organismo.
Según un estudio publicado en Anales de Pediatría, más del 32% de los menores de 16 años presentan trastornos digestivos. En adultos, estudios recogidos en Gastroenterología y Hepatología estiman que el 45% de la población experimenta síntomas como hinchazón, diarrea o dolor abdominal. Estos problemas afectan directamente al bienestar físico, emocional y social de quienes los padecen.
“La alimentación tiene un impacto directo sobre el sistema digestivo y, por extensión, sobre el sistema inmune y el estado de ánimo”, explica Isabel Martorell, doctora en biomedicina y responsable del equipo de nutrición y salud en Nootric. “Adaptar la alimentación a las necesidades individuales es, en muchos casos, la primera herramienta para prevenir desequilibrios o mejorar síntomas ya presentes”.
Una alimentación rica en alimentos frescos, fibra, probióticos, agua y grasas saludables favorece el equilibrio intestinal, mejora el tránsito y ayuda a mantener la microbiota en condiciones óptimas. Por el contrario, un patrón alimentario rico en ultraprocesados, azúcares añadidos y grasas trans puede alterar la flora intestinal, favorecer estados inflamatorios y complicar el funcionamiento del sistema digestivo.
Además, condiciones como la enfermedad inflamatoria intestinal, la celiaquía, el síndrome del intestino irritable o las intolerancias alimentarias van en aumento, y requieren de una intervención nutricional específica y bien adaptada. “En estos casos, una pauta personalizada es fundamental. No se trata de eliminar alimentos por intuición, sino de identificar qué necesita el cuerpo de cada persona y diseñar una estrategia nutricional basada en evidencia”, añade.
El estilo de vida moderno tampoco ayuda. Horarios irregulares de comida, exceso de cafeína, baja ingesta de agua y estrés constante son algunos de los factores que alteran el ritmo intestinal y contribuyen a la aparición de síntomas. “Hay que entender que el sistema digestivo también necesita rutinas y cuidados. La forma en que comemos no solo lo que comemos influye profundamente en cómo nos sentimos”, recuerda la experta.
Desde Nootric, subrayan que la clave está en educar a la población sobre cómo ciertos nutrientes pueden favorecer la digestión y qué hábitos debemos cambiar para aliviar molestias. La incorporación de alimentos fermentados, frutas y verduras de temporada, cereales integrales y proteínas de buena calidad es una base sólida para el bienestar digestivo.
En esta línea, la importancia de la nutrición en la salud digestiva también se está investigando en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), que incluye afecciones crónicas como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn. Desde 2024, Nootric colabora con el Hospital Universitario La Paz en un estudio clínico que evalúa el impacto de un programa personalizado de nutrición, ejercicio físico y bienestar emocional en pacientes con EII. El objetivo es comprobar siuna pauta personalizada puede mejorar el estado nutricional, reducir los síntomas digestivos y mejorar la calidad de vida de estas personas, que conviven con brotes, fatiga y malabsorción, entre otros síntomas. Esta iniciativa refuerza la necesidad de integrar la nutrición basada en evidencia dentro del tratamiento de enfermedades digestivas crónicas.
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