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Las dietas modernas suelen ser deficientes en omega 3, por lo que los suplementos con EPA y DHA son una forma eficaz de compensar estas carencias y mantener un equilibrio en el organismo.
Los suplementos EPA y DHA pertenecen a la misma familia de ácidos grasos omega 3, pero tienen funciones específicas (y complementarias) en el organismo.
Aunque sus funciones son distintas, el EPA y el DHA actúan de manera sinérgica, por lo que un suplemento que contenga ambos en equilibrio ofrece mayores beneficios para la salud global.
Según las recomendaciones generales, una persona adulta y sana debería consumir entre 250 y 500 mg de EPA y DHA combinados al día.
Es la cantidad mínima, suficiente para obtener beneficios en la salud cardiovascular y para mantener los procesos inflamatorios bajo control.
No obstante, estas cifras pueden variar según las circunstancias de cada persona:
Importante: en el caso de quienes no consumen pescado azul, ya sea por preferencia o por restricciones dietéticas (veganos...), la cantidad de omega 3 que debe provenir de suplementos aumenta significativamente.
Un suplemento de 1 g diario es lo más adecuado para cubrir esta carencia.
No se debe superar los 3 g diarios para evitar problemas de coagulación sanguínea o efectos adversos relacionados con un exceso de estos ácidos grasos.
Ya hemos visto que cada uno de ellos tiene efectos específicos en el cuerpo, así que sus proporciones pueden determinar los beneficios que obtenemos de la suplementación.
En general, para una salud global y prevención de enfermedades, un ratio de 1:1 se considera óptimo. Por ejemplo, 250 mg EPA y 250 g DHA (o una proporción ligeramente superior de EPA sobre DHA).
Esto asegura un equilibrio adecuado entre las propiedades antiinflamatorias del EPA y los beneficios neurológicos y cognitivos del DHA.
Sin embargo, hay situaciones en las que conviene ajustar el ratio dependiendo de las necesidades individuales:
Los pescados azules son las fuentes más comunes de omega 3 en suplementos.
Estos tipos de pescados están naturalmente ricos en EPA y DHA y, al ser aceites extraídos de especies marinas, ofrecen una alta concentración.
Pero antes de comprar hay que considerar la calidad del producto. Los pescados de mayor tamaño pueden acumular metales pesados como el mercurio, por lo que es recomendable optar por suplementos que garanticen una purificación adecuada y una ausencia de contaminantes.
El aceite de krill se obtiene de unos pequeños crustáceos del océano Antártico. Aporta EPA y DHA, como el aceite de pescado, pero en una forma más fácil de absorber para el cuerpo (aunque tiene un poco menos de omega 3)
Además, contiene astaxantina, un antioxidante natural que protege el omega 3 (y le da su color rojo).
Para aquellos que no consumen pescado, las microalgas son una excelente alternativa (como el Schizochytrium sp.). Estas algas contienen niveles significativos de DHA y, en menor proporción, de EPA.
Al estar en el origen de la cadena alimentaria marina, las algas presentan menos riesgo de contaminación en comparación con los pescados.